Pertinencia

Todo texto busca ser pertinente.

La pertinencia se asocia a la forma gradual de introducirse las ideas (si una conduce a la otra o si se producen saltos o dislocaciones entre ellas) y a la habilidad del emisor para indicar claramente al destinatario cuáles son sus intenciones en cada momento de la redacción:

- si va a presentar la introducción,

- si va a pasar al desarrollo,

-si va a desarrollar una nueva idea,

- si va a sumar otro argumento a lo dicho,

- si va a cambiar de idea,

-si quiere hacer hincapié, detallar, resumir, concluir, etc.

Esto se logra mediante determinadas pistas o marcas (conjunciones, adverbios, locuciones prepositivas o conjuntivas eincluso frases) que sirven para dar estructura al texto, es decir, para establecer orden y relaciones significativas entre sus partes, y para estructurar las ideas dentro de él y conectarlas entre sí en el interior de la oración. A esas marcas se les identifica como marcadores textuales.

¿Cuáles pueden ser marcadores textuales?

He aquí un grupo de marcadores textuales que pueden contribuir a orientar la lectura de un texto:

Introducir el tema: “el objetivo principal de”, “este texto trata de”, “nos proponemos exponer”, etc.

Iniciar un nuevo tema: “con respecto a”, “otro punto es”, “en cuanto a”, “en relación con”, “por lo que se refiere a”, etc.

Marcar orden: “ante todo”, “para comenzar”, “en primer lugar”, “finalmente”, “para concluir”, etc.

Distinguir: “ahora bien”, “no obstante”, “por una parte... por otra”, “en cambio”, etc.

Continuar sobre el mismo punto: “además”, “así pues”, “asimismo”, etc.

Hacer hincapié: “es decir”, “en otras palabras”, “o sea”, “como se ha dicho”, “en efecto”, “hay que destacar”, etc.

Detallar: “por ejemplo”, “a saber”, “en el caso de “, en particular”, etc.

Resumir: “en pocas palabras”, “en resumen”, “sucintamente”, “recapitulando”, etc.

Concluir: “finalmente”, “para concluir”, “en definitiva”, “así pues”, etc.

He aquí otros empleados para conectar ideas entre sí en el interior de la oración:

• Indicar causa: “porque”, “pues”, “puesto que”, “ya que”, “dado que”, “teniendo en cuenta que”, “visto que”, “considerando que”, etc.

• Indicar consecuencia” “por tanto”, “así que”, “en consecuencia”, “de modo que”, “por eso”, “por lo cual”, “por consiguiente”, por ende”, etc.

• Indicar condición: “si”, “en caso de (que)”, “siempre que”, “a condición de (que)”, etc.

• Indicar finalidad: “para (que)”, “a fin de (que)”, “con el fin de (que)”, “con el objetivo de”, “con la finalidad de “, etc.

• Indicar oposición: “en cambio”, “antes bien”, “ahora bien”, “”sin embargo”, “con todo”, “de todas maneras”, etc.

• Indicar objeción: “a pesar de “, “si bien”, “por más que”, “aunque”, etc.

¿Dónde deben colocarse los marcadores textuales?

Los marcadores textuales deben colocarse en las posiciones importantes del texto (inicio de párrafo o de oración) para que el lector los distinga de un vistazo. Por supuesto, no debe abusarse de su uso pues pueden atiborrar la prosa y provocar un pésimo efecto.

Marcador textual y pertinencia

A continuación se presenta un párrafo que forma parte de un texto mayor. Se ha iniciado con un marcador textual:

Asimismo, los equipos de aire acondicionado aseguran la salubridad del aire: lo renuevan periódicamente y limpian las impurezas que suele contener.

¿Qué puede indicarle al lector su presencia en ese párrafo del texto?

Indudablemente, que se está añadiendo una nueva idea al asunto sobre el que se venía tratando en el párrafo anterior, aunque no lo tengamos presente.

Por eso resultan muy útiles los marcadores textuales, pues conducen la lectura y explicitan las intenciones del emisor.

Todo texto procura un cierre semántico, un acabado. Esta propiedad, la búsqueda del texto acabado, le otorga autonomía o relativa independencia. Un texto sin cierre semántico produce en el lector la sensación de que ha quedado inconcluso.

Observación

  • Observe en el siguiente párrafo el paso de una idea a otra.

  • ¿El texto alcanza pertinencia?

    El amor llega, a veces, cuando menos se le busca. Nos encontramos por azar en la biblioteca una tarde de noviembre. No había reparado siquiera en la muchacha que preguntó por el libro que estaba yo leyendo; por cierto, el único ejemplar allí. Iniciamos una charla sobre nuestros propósitos de lectura y resultaron divergentes: ella, obligada por un examen; yo, por el placer que el libro mismo me provocaba.

En ese texto no se logra concretar la idea expuesta en la primera oración. No puede inferirse de su contenido la tesis planteada al inicio. Por tanto, le falta cierre semántico.

Añadámosle ahora esta nueva oración:

No sospechaba entonces que aquella confrontación de pareceres me entregaría, definitivamente, a la mujer de mi vida.

¿Qué aporta el segmento añadido? Fíjese que se ha vuelto a la idea expuesta al principio (la manera de llegar el amor) para concluirla. Seguramente el lector quedará más satisfecho con el efecto de cierre de la idea que ese segmento le provoca.

En ello consiste la búsqueda del texto acabado.