Las normas lexicales
En la aplicación de las normas lexicales hay que tener en cuenta las diferencias diatópicas, diastráticas y diafásicas en el uso del vocabulario.
El léxico es el componente del sistema más sensible al contexto, de ahí que su empleo revele la existencia de diferencias diatópicas, diastráticas y diafásicas.
Las diferencias diatópicas se manifiestan en la diversidad de maneras para designar una realidad.
Así, en Cuba, es norma referirse al ‘plátano' en la región occidental y al ‘guineo' en la región oriental.
¿Cuál de las dos es la correcta? Ambas lo son, pues son aceptadas socialmente en dichos territorios, por lo que al usar uno u otro, no se incurre en error.
Las diferencias diastráticas se manifiestan en usos establecidos según los estratos sociales, y están implicadas las formas de tratamiento (cómo se dirige el adulto al niño; cómo el subordinado se dirige al jefe) y otros usos según las diferencias de géneros, profesiones o estratos sociales.
Las diferencias diafásicas se manifiestan en el uso que se hace de la lengua en diferentes contextos. El hablante culto, sabe adecuar su discurso al contexto, para lo cual selecciona el vocabulario .
Veamos algunas palabras que pertenecen a un mismo campo semasiológico.
¿Cuándo usamos?
a) mamá, mami, mima, madre, vieja, pura, progenitora
b) papá. papi. pipo, padre, viejo, puro, progenitor
c) cuarto, habitación, dormitorio, alcoba, recámara, aposento
Evidentemente, estas palabras no se usan siempre en todo lugar.
Mientras en a) y b) mamá, mami, mima y papá, papi, pipo nos resultan más familiares, madre y padre tienen una carga de respeto y solemnidad que limita su uso a determinados contextos; en el caso de vieja y viejo implican afecto, consideración, ternura, respeto y hasta sobreprotección; puro y pura tienen una connotación especial, pues aluden a la pureza, perfección moral y elevación en los sentimientos que creemos son inherentes a los padres, y su uso tiene un origen marginal o vulgar; progenitor y progenitora son los ascendientes que nos dieron la vida y destacan el factor biológico.
En relación con c), sucede lo mismo.
En nuestra casa, diríamos ‘vamos al cuarto'; en un hotel, ‘vamos a la habitación'; en una residencia estudiantil, nos referiríamos al ‘dormitorio'; mientras que ‘alcoba', ‘recámara' y ‘aposento' tienen un uso más restringido y connotan cierta distinción, por lo que el uso de estas palabras se limita a un contexto socialmente marcado, y son empleadas en novelas y filmes para revelar las diferencias de clase.
Por ejemplo, una reina diría ‘voy a mi aposento' o ‘ voy a mi alcoba' y no ‘voy a mi cuarto'.
El hablante culto sabe cómo expresarse en diferentes ámbitos; domina el marco y selecciona los registros para cada uno de ellos, y evita el uso de un lenguaje marginal.
- Veamos algunos enunciados que difieren sólo por el léxico que se emplea:
(a) A corcel obtenido en generosa dádiva, no ha de practicársele examen odontológico.
(b) A caballo regalado, no se le mira el colmillo.
(c) A penco endiñao, no se le facha la muela.
En ( a), estamos en presencia de un lenguaje hiperculto;
( b) se corresponde con la norma estándar;
( c) tiene que ver con la norma vulgar.